Ante este proyecto los fabricantes de software antivirus anunciaron en su momento que no colaborarían voluntariamente con el FBI, y que tenían intención de seguir mejorando sus productos para detectar y detener a todos los virus informáticos, independientemente de su procedencia.
Este proyecto ha causado una alarma general entre los defensores de la privacidad en Internet. Hasta ahora, el FBI necesitaba de ordenes judiciales para instalar la tecnología con que espiar en los ordenadores. Esto abre un nuevo debate sobre la intrusión en el derecho a la intimidad.