Chile, un hermoso lugar en donde de vez en cuando terribles pesadillas, irrumpen violentamente en medio de un dulce sueño.
Ese despertar nos deja preocupado un tiempo, luego viene el olvido, más construcciones sobre humedales, más poblaciones en lugares de alto riesgo y para economizar las construcciones usan materiales más convenientes y bien pintado están listos para la venta, así vamos dando lugar a ser despertados por otra pesadilla.
Si conocemos la fuerza destructora de temblores, avalanchas, erupciones volcánicas, maremotos, no podemos bajar la guardia en la seguridad, tenemos los planes reguladores e instituciones como la ONEMÍ, MOP y sucede que frente a una catástrofe, no se opera con prontitud, porque no existen teléfonos satelitales repartido a lo largo y ancho del territorio, porque los puentes se caen con facilidad, porque edificios nuevos se derrumban, porque no tenemos suficientes caminos de acceso, es decir que somos un país subdesarrollado.
Luego los figurones dicen que Chile es un país seguro y que pronto será desarrollado y sucede que a pocas horas de ocurrido el terremoto, se decía que no había riesgo de tsunami.
Todo esto con el fin de querer demostrar que Chile tiene fortaleza y preparación que se logro en 20 años con los gobiernos de la concertación y es más se decía también que Chile no necesitaba ayuda internacional, queriendo decir que éramos un país rico y que mejor momento para demostrarlo.
Pero luego aparecen las imágenes, de lo destructivo del terremoto y de la catástrofe que provoco la salida del mar y de las graves fallas en el sistema comunicacional y de la falta de la misma, apareció también el caos total, la violencia, el saqueo y el desastre.
Todas estas imágenes mostraron la realidad de Chile y su pobreza, que contrasta con los excelentes resultados macroeconómicos y con el marketing respectivo.