¿Quién no ha recibido insistentes ofertas de Viagra, de relojes Rolex, o para trabajar en casa, de phising (cuando los estafadores se hacen pasar por un banco para hacerse con los datos personales), cartas de chicas rusas, cadenas solidarias, o mensajes sobre hipotecas, seguros o de carácter pornográfico con remitentes de dudosa procedencia?
Todos estos contenidos y algunos más se utilizan en el spam, un fenómeno definido por la Agencia Española de Protección de Datos como "cualquier mensaje no solicitado y que normalmente tiene el fin de ofertar, comercializar o tratar de despertar el interés respecto a un producto, servicio o empresa".
El asunto tiene su importancia teniendo en cuenta que, según el barómetro del CIS de febrero de 2008, el 79,9% de los usuarios de internet (unos 17 millones en España) asegura haber recibido spam en su ordenador y sólo un 18,8% afirma no haber recibido este tipo de información.
"Además de la molestia que supone para el usuario y el problema de protección de datos, hay una saturación de la red. Un 60-80% por ciento de lo que recibe un internauta es correo basura", explica a Efe Víctor Domingo, presidente de la Asociación de Internautas, que califica este negocio de "fructífero e indeseable".
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