Dos ingenieros españoles descubrieron casi por casualidad que la red de contactos Tinder tenía un bug que permitía conocer la latitud y la longitud de cualquier usuario que hubiera hecho "match" contigo. Lo normal para la aplicación es que te de la distancia en km pero en ningún caso la posición exacta.
Fueron Oriol Martínez y Marc Pratllusà quienes investigando otras aplicaciones como Facebook, Wallapop o Tinder estaban preparando una aplicación propia para buscar vuelos. Los dos ingenieros no son hackers ni mucho menos y ni tan solo necesitaron acceder a los servidores de Tinder para conseguir dicha información. Un error de diseño de la aplicación permitía conocer la latitud y longitud de los usuarios que se encontraban activos en ese momento.
Desde la compañía y de un día para otro subsanaron el problema sin comentar ni explicar nada. Además, han rechazado hacer comentarios sobre el fallo de diseño. Lo que si han explicado ha sido que: "La privacidad y seguridad de nuestros usuarios es nuestra prioridad. No comentamos ninguna vulnerabilidad específica que podamos descubrir para protegerlos".
Lo único que pueden asegurar estos usuarios es que el error estuvo activo en la aplicación por lo menos durante tres meses, aunque creen que viene de mucho más tiempo atrás.