-¿Cuánto tiempo quieres que sean secretos esos mensajes?
-le preguntó Randy en el último mensaje antes de abandonar
San Francisco-. ¿Cinco años? ¿Diez años? ¿Veinticinco años?
Después de llegar al hotel esa tarde, Randy descifró y leyó la
respuesta de Avi. Todavía la tiene colgada frente a los ojos,
como la imagen remanente de un flash.
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