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Publicado el 3 de Octubre del 2019
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21 paginas
La Catedral y el Bazar

por Eric S. Raymond
(Traducción: José Soto Pérez)

Analizo un exitoso proyecto de software libre (fetchmail), que fue realizado para probar
deliberadamente algunas sorprendentes ideas sobre la ingeniería de software sugeridas por la historia
de Linux. Discuto estas teorías en términos de dos estilos de desarrollo fundamentalmente opuestos: el
modelo catedral de la mayoría de los fabricantes de software comercial contra el modelo bazar del
mundo Linux. Demuestro que estos modelos parten de puntos de vista contrapuestos acerca de la
naturaleza de la tarea de depuración del software. Posteriormente, hago una argumentación, a partir de
la experiencia de Linux, de la siguiente sentencia: "si se tienen las miradas suficientes, todas las pulgas
saltarán a la vista’’. Al final, sugiero algunas fructíferas analogías con otros sistemas autoregulados de
agentes egoistas, y concluyo con una somera exploración de las implicaciones que pude tener este
enfoque en el futuro del software.

La Catedral y el Bazar

Linux es subversivo. ¿Quién hubiera pensado hace apenas cinco años que un sistema operativo de talla
mundial surgiría, como por arte de magia, gracias a la actividad hacker desplegada en ratos libres por
varios miles de programadores diseminados en todo el planeta, conectados solamente por los tenues
hilos de la Internet?

Lo que si es seguro es que yo no. Cuando Linux apareció en mi camino, a principios de 1993, yo tenía
invertidos en UNIX y el desarrollo de software libre alrededor de diez años. Fui uno de los primeros
en contribuir con GNU a mediados de los ochentas y he estado aportando una buena cantidad de
software libre a la red, desarrollando o colaborando en varios programas (NetHack, los modos VC y
GUD de Emacs, xlife y otros) que todavía son ampliamente usados. Creí que sabía cómo debían
hacerse las cosas.

Linux vino a trastocar buena parte de lo que pensaba que sabía. Había estado predicando durante años
el evangelio UNIX de las herramientas pequeñas, de la creación rápida de prototipos y de la
programación evolutiva. Pero también creía que existía una determinada complejidad crítica, por
encima de la cual se requería un enfoque más planeado y centralizado. Yo pensaba que el software de
mayor envergadura (sistemas operativos y herramientas realmente grandes, tales como Emacs)
requería construirse como las catedrales, es decir, que debía ser cuidadosamente elaborado por genios
o pequeñas bandas de magos trabajando encerrados a piedra y lodo, sin liberar versiones beta antes de
tiempo.

El estilo de desarrollo de Linus Torvalds ("libere rápido y a menudo, delegue todo lo que pueda, sea
abierto hasta el punto de la promiscuidad") me cayó de sorpresa. No se trataba de ninguna forma
reverente de construir la catedral. Al contrario, la comunidad Linux se asemejaba más a un bullicioso
bazar de Babel, colmado de individuos con propósitos y enfoques dispares (fielmente representados
por los repositorios de archivos de Linux, que pueden aceptar aportaciones de quien sea), de donde
surgiría un sistema estable y coherente únicamente a partir de una serie de artilugios.

El hecho de que este estilo de bazar parecía funcionar, y funcionar bien, realmente me dejó
sorprendido. A medida que iba aprendiendo a moverme en ese medio, no sólo trabajé arduamente en
proyectos individuales, sino en tratar de comprender por qué el mundo Linux no naufragaba en el mar
de la confusión, sino que se fortalecía con una rapidez inimaginable para los constructores de

catedrales.

Creí empezar a comprender a mediados de 1996. El destino me dio un medio perfecto para demostrar
mi teoría, en la forma de un proyecto de software libre que trataría de realizar siguiendo el estilo del
bazar de manera consciente. Así lo hice y resultó un éxito digno de consideración.

En el resto de este artículo relataré la historia de este proyecto, y la usaré para proponer algunos
aforismos sobre el desarrollo real del software libre. No todas estas cosas fueron aprendidas del mundo
Linux, pero veremos como fue que les vino otorgar un sentido particular. Si estoy en lo cierto, le
servirán para comprender mejor qué es lo que hace a la comunidad linuxera tan buena fuente de
software; y le ayudarán a ser más productivo.

El correo tenía que llegar

Desde 1993 he estado encargado de la parte técnica de un pequeño ISP de acceso gratuito llamado
Chester County InterLink (CCIL), en West Chester, Pennsylvania (fui uno de los fundadores de CCIL
y escribí su original software BBS multiusuario, el cual puede verse entrando a telnet://locke.ccil.org .
Actualmente soporta más de tres mil usuarios en 19 líneas). Este empleo me permitió tener acceso a la
red las 24 horas del día a través de la línea de 56K de CCIL, ¡de hecho, prácticamente él me lo
demandaba!.

Para ese entonces ya me habí habituado al correo electrónico. Por diversas razones fue difícil obtener
SLIP para enlazar mi máquina en casa (snark.thyrsus.com) y CCIL. Cuando finalmente pude lograrlo,
encontré que era particularmente molesto tener que entrar por telnet a locke cada rato para revisar mi
correo. Lo que quería era que fuera reenviado a snark para que biff(1) me notificase cuando llegara.

Un simple redireccionamiento con sendmail no iba a funcionar debido a que snark no siempre está en
línea y no tiene una dirección IP estática. Lo que necesitaba era un programa que saliera por mi
conexión SLIP y trajera el correo hasta mi máquina. Yo sabía que tales programas ya existían, y que la
mayoría usaba un protocolo simple llamado POP (Post Office Protocol, Protocolo de Oficina de
Correos), de tal manera que me cercioré que el servidor POP3 estuviera en el sistema operativo
BSD/OS de locke.

Necesitaba un cliente POP3; de tal manera que lo busqué en la red y encontré uno. En realidad hallé
tres o cuatro. Usé pop-perl durante un tiempo, pero le faltaba una característica a todas luces evidente:
la capacidad de identificar las direcciones de los correos recuperados para que las respuestas pudieran
darse correctamente.

El problema era este: supongamos que un tal monty en locke me envia un correo. Si yo lo jalaba desde
snark y luego intentaba responder, entonces mi programa de correos dirigía la respuesta a un monty
inexistente en snark. La edición manual de las direcciones de respuesta para pegarles el ‘@ccil.org’,
muy pronto se volvió algo muy molesto.

Era evidente que la computadora tenía que hacer esto por mí. (De hecho, de acuerdo con RFC1123,
sección 5.2.18, sendmail debería de estarlo haciendo.) ¡Sin embargo, ninguno de los clientes POP lo
hacía realmente! Esto nos lleva a la primera lección:

1.-"Todo buen trabajo de software comienza a partir de las necesidades personales del programador.
(Todo buen trabajo empieza cuando uno tiene que rascarse su propia comezón)".

Esto podría sonar muy obvio: el viejo proverbio dice que "la necesidad es la madre de todos los
inventos". Empero, hay muchos programadores de software que gastan sus días, a cambio de un
salario, en programas que ni necesitan ni quieren. No ocurre lo mismo en el mundo Linux; lo que sirve
para explicar por qué se da una calidad promedio de software tan alta en esa comunidad.

Por todo esto, ¿pensaran que me lancé inmediatamente a la vorágine de escribir, a partir de cero, el
programa de un nuevo cliente POP3 que compitiese con los existentes? ¡Nunca en la vida! Revisé
cuidadosamente las herramientas POP que tenía al alcance, preguntándome "¿cuál se aproxima más a
lo que yo necesito?", porque:

2.-"Los buenos programadores saben qué escribir. Los mejores, que reescribir (y reutilizar)".

Aunque no presumo ser un extraordinario programador, he tratado siempre de imitar a uno de ellos.
Una importante característica de los grandes programadores es la meticulosidad con la que construyen.
Saben que les pondrán diez no por el esfuerzo, sino por los resultados; y que casi siempre será más
fácil partir de una buena solución parcial que de cero

Linus, por ejemplo, no intentó escribir Linux partiendo de cero. En vez de eso, comenzó por reutilizar
el código y las ideas de Minix, un pequeño sistema operativo (OS) tipo UNIX hecho para máquinas
386. Eventualmente terminó desechando o reescribiendo todo el código del Minix, pero mientras contó
con él le sirvió como una importante plataforma de lanzamiento del proyecto en gestación que
posteriormente se convertiría en Linux.

Con ese espíritu, comencé a buscar una herramienta POP que estuviese razonablemente escrita para
ser usada como plataforma inicial para mi desarrollo.

La tradición del mundo UNIX de compartir las fuentes siempre se ha prestado a la reutilización del
código (ésta es la razón por la que el proyecto GNU escogió a UNIX como su OS base, pese a las
serias reservas que se tenían). El mundo Linux ha asumido esta tradición hasta llevarla muy cerca de
su límite tecnológico; posee terabytes de código fuente que están generalmente disponibles. Así que es
más probable que la búsqueda de algo bueno tenga mayores probabilidades de éxito en el mundo
Linux que en ningún otro lado.

Así sucedió en mi caso. Además de los que había encontrado antes, en mi segunda búsqueda conseguí
un total de nueve candidatos: fetchpop, PopTart, get-mail, gwpop, pimp, pop-perl, popc, popmail y
upop. El primero que elegí fue el ‘fetchpop’, un programa de Seung-Hong Oh. Le agregue mi código
para que tuviera la capacidad de reescribir los encabezados y varias mejoras más, las cuales fueron
incorporadas por el propio autor en la versión 1.9.

Sin embargo, unas semanas después me topé con el código fuente de ‘popclient’, escrito por Carl
Harris, y descubrí que tenía un problema. Pese a que fetchpop poseía algunas ideas originales (tal
como su modo demonio), sólo podía manejar POP3, y estaba escrito a la manera de un aficionado
(Seung-Hong era un brillante programador, pero no tenía experiencia, y ambas características eran
palpables). El código de Carl era mejor, bastante prof
  • Links de descarga
http://lwp-l.com/pdf16642

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