PDF de programación - ¡Socorro!. ¡Lo he perdido todo! Recuperación de archivos borrados o corruptos con Linux

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Actualizado el 21 de Marzo del 2018 (Publicado el 5 de Marzo del 2018)
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7 paginas
Creado hace 7a (18/12/2016)
linux en educación
¡Socorro!. ¡Lo he perdido todo!

¡Socorro!.
¡Lo he perdido todo!
Recuperación de archivos borrados
o corruptos con Linux

María Dolores Nogueras Atance, Antonio Gómez García
En un instituto de educación secundaria, al igual que en otros entornos de trabajo
que presuponen un continuo intercambio de archivos entre compañeros y equipos, es
escalofriantemente posible que se produzca la pérdida de algún documento. Exámenes,
documentos de uso administrativo, programaciones didácticas, o lo peor de todo, ¡listas de notas
de exámenes corregidos!. Este artículo pretende aportar un punto de partida para que el lector
pueda arreglar estropicios de este tipo desde la utilización de nuestro queridísimo GNU/Linux.

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L unes, 8'30 de la mañana. Un centro educa-

tivo cualquiera, en un pueblecito mesetario
cualquiera. Atravieso la entrada principal con
la parsimonia y aburrida seguridad que me
otorgan tanto el haber hecho lo mismo todos los días labora-
bles de los últimos seis años como el malhumor que suelen
provocar otra noche de escaso sueño y la lluvia que empieza
a empapar mi maletín y la cazadora que trata (sin éxito) de
proteger mi cuerpo de los ataques de un octubre que quiere
hacer honor a su fama de inclemente y antipático. Mis ojos
no necesitan esforzarse para adaptarse a la pálida luz de los
fluorescentes que el bedel se ha preocupado de conectar
casi una hora antes de que el instituto inicie otra jornada de
trabajo y estudio. Al fin y al cabo, afuera no había luz sufi-
ciente para iluminar la cabeza de un alfiler. Definitivamente,
octubre no es mi mes favorito.

Antes incluso de que arranque la cazadora de mi cuerpo
enteco y aterido, y liberarme así de la acusadora mirada del
conserje que utiliza un ensordecedor silencio para señalarme
que (yo también) estoy empapando más aún la entrada al
centro con el agua que chorreo, una frase que encierra toda
la urgencia de un grito termina de devolverme a la realidad
de otra seductora y animosa jornada laboral que empieza
para mí...

¡Antonio!. ¡Tienes que ayudarme! ¡Me he metido en un

lío gordísimo!.

Sí, señor... ¡Ése soy yo!. Mi nombre es Gómez... Antonio
Gómez. No estoy a tu servicio, ni al de su graciosa majestad,
pero soy algo así como el encargado de que todo vaya, si no
bien, al menos no tan mal como podría ir sin mi intervención,

en lo tocante a la parte informática que atañe al funciona-
miento diario del instituto.

Soy el encargado TIC (Tecnologías de la Información

y la Comunicación) de mi centro educativo.

¡Está bien!. Puede que no haya sido la más airosa de las
introducciones en los artículos que hemos tenido el honor
de aportar a esta publicación hasta el momento. Pero a An-
tonio siempre le ha gustado la novela negra, y llevaba meses
planeando una introducción como ésta. Sólo necesitaba una
oportunidad adecuada para utilizarla de un modo que no
pareciera muy forzado, y éste nos ha parecido el tema ideal
para utilizarlo.

Al fin y al cabo, ya nos ha ocurrido varias veces, en
nuestros centros educativos (por extensión, suponemos
que lo mismo ocurrirá en cualquier entorno de trabajo que
precise del uso de ordenadores), que alguien nos requiera de
modo parecido al que hemos querido dramatizar en las an-
teriores líneas. El efecto de un troyano (omnipresente entre
trabajadores tan asiduos al uso de pendrives como solemos
ser los profesores, que además conectamos y desconectamos
dichos aparatitos en casi todos los PC's del centro con la
alegría suicida que otorga el completo desconocimiento), un
borrado accidental, desconectar el pendrive sin desmontarlo
primero, e incluso (y no es ninguna leyenda urbana), el he-
cho de guardar estos dispositivos de almacenamiento cerca
de fuentes de energía electromagnética de una cierta intensi-
dad como han demostrado ser algunos modelos específicos
de teléfonos móviles (en un bolso, en la cartera, etc...), puede
dejar a nuestro anonadado profesor compuesto y sin datos.
Y es aquí donde Murphy se muestra más cruel: siempre,

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LiNUX+ 10/2010

linux en educación
¡Socorro!. ¡Lo he perdido todo!

• En el caso de particiones fat (File Allocation Table), el procedi-
miento es muy similar, salvo que la tabla con los metadatos se
denomina, precisamente, fat)

• Las particiones de tipo ext (extended), trabajan con un concepto
mejorado de estas tablas, consistentes en i-nodos, pero que igual-
mente contienen información referente a cada archivo, nombres,
fechas de acceso y modificación, y sobre todo direcciones físicas
de memoria en las que éstos empiezan y/o acaban.

Bueno, como explicación de inicio para otros profesores esto tendría
que valer. Intentar ampliar esta información (ambigua, mejorable, y, lo
admitimos, modificable), equivaldría a redactar otro artículo específico.
La cuestión es que si comprendemos esto, podemos comprender cómo
se pueden recuperar algunos de estos archivos.

Sea por un accidente (cambios en el voltaje, desconectar una me-
moria USB sin desmontaje previo, un campo magnético de cierta inten-
sidad, etc...) o por un simple borrado a causa de un error humano, a veces
podemos perder acceso a uno, varios archivos, o a la totalidad de la in-
formación de nuestro disco duro, memoria USB, etc... Pero eso no quiere
decir que dicha información se haya perdido aún, necesariamente.

Cuando borramos un archivo, sea cualquiera la partición que es-
temos utilizando para organizar nuestro volumen de almacenamiento
físico, lo que estamos haciendo es indicar, en la tabla de referencia antes
mencionada, que ese espacio de memoria vuelve a estar disponible. Ni
más, ni menos. La próxima vez que nuestro sistema operativo necesite
almacenar información, sabrá que ese espacio en particular puede ser
utilizado para grabar. Que lo utilice o no, ya será cuestión de suerte.

¿Podemos entonces recuperar al menos parte de la información?.
La respuesta es que hay, al menos, algunas posibilidades. Eso sí, ya
habrá adivinado nuestro astuto lector que cuando estos “accidentes”
sucedan, deberemos abstenernos de guardar nuevos archivos hasta que
hayamos intentado recuperar dicha información. De lo contrario, nues-
tras posibilidades disminuirán.
Ya me he hecho una idea del problema.
¿Por dónde empiezo?.
Bueno, está claro que estamos ante un problema. Y normalmente, un
problema con mayúsculas. Así que, parafraseando a la sabiduría popu-
lar, “no la liaremos más”, para empezar. No realizaremos ninguna ope-
ración directamente sobre el volumen (disco duro, memoria USB...) que
ha perdido información. Lo que vamos a hacer es un volcado, byte a by-

siempre, siempre perdemos el archivo más importante, aquél del que
íbamos a hacer una copia de seguridad (“justo ahora lo iba a hacer, An-
tonio, te lo juro”), y que nos van a pedir mañana a primera hora.

A lo largo del presente artículo, pretendemos demostrar cómo
podemos valernos de nuestro amadísimo GNU/Linux, no sólo para
enmendar, al menos en parte, el estropicio hecho, sino también para
comprender un poco mejor cómo funcionan los dispositivos de alma-
cenamiento de tipo magnético, de modo que la próxima vez estemos
mejor preparados para, no sólo arreglar desperfectos del tipo que nos
ocupa, sino aún mejor: prevenirlos y evitarlos.

Para ello, empezaremos con una pequeña introducción al fun-
cionamiento lógico de los discos duros y los pendrives, de modo que
nos podamos hacer una imagen de conjunto sobre cómo se producen
estos problemas de pérdida o de corrupción de datos. A continuación, y
entrando ya de lleno en la utilización de herramientas Open Source, pro-
cederemos a explicar cómo realizar una imagen del soporte averiado,
montarla en nuestro sistema operativo, y utilizar algunas herramientas
de uso común en el ámbito forense para proceder a la recuperación de
datos sobre dicha imagen duplicada.

Pero antes de empezar, permítanos el avispado lector un consejo:
el primer paso siempre, repetimos, siempre, será avisar al acongojado
compañero que puede dar por perdidos los archivos causa de su angus-
tia. Primero, porque de momento es cierto; al fin y al cabo, ha perdido
esos archivos, y a nadie más que a sí mismo puede culpar, pues no fue
previsor e hizo la correspondiente copia. Si después conseguimos, aun-
que sea en parte, restaurar parte de la información, sabrá que se debe
sobre todo a la suerte, y nos deberá un favor que siempre podremos
cobrarnos en el futuro. Y en segundo lugar, porque el miedo que va
a pasar durante el par de horas que, como mínimo, nos ocupará este
proceso de recuperación, posiblemente le concienciarán sobre futuras
medidas de seguridad a tomar a la hora de hacer copias de seguridad
frecuentemente, al menos, de los archivos importantes. ¿Están prepara-
dos?. Pasen y vean...
¿Cómo guardan la información los dispositivos
de almacenamiento?
O dicho de otro modo, tanto en discos duros como en unidades de
memoria flash USB, ¿por qué causa pueden perder la información que
contienen?. Bueno, aunque esto depende del tipo de particionamiento
que se haya aplicado, el mecanismo de almacenamiento y borrado de
los datos sigue caminos parecidos:

• En el caso de particiones ntfs (New Technology File System), un
archivo denominado mft (Master File Table) contiene datos (me-
tadatos) relativos a los archivos guardados en el volumen físico, su
tamaño, nombre, y lo más importante para nosotros, las direccio-
nes físicas inicial y final de memoria en la que dicha información
está contenida.

Figura 1. En ningún tipo de dispositivo de almacenamiento se borra la infor-
mación como tal; simplemente, el espacio físico de la memoria en la que se
almacenaba vuelve a constar como disponible para volver a grabar encima.

Figura 2. No hay que perder de vista el tipo de usuario desde el que estamos
trabajando; si lo
  • Links de descarga
http://lwp-l.com/pdf9210

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